Llevábamos tiempo queriendo conocer esta zona del norte-noroeste de Galicia, muy cerca de A Coruña, sabíamos que era toda una demostración de lo que es capaz la naturaleza, si se la deja en paz: las Fragas do Eume.
El Parque Natural ocupa una extensión de más de 9 mil hectáreas de las que unas 3 mil quinientas son fraga, unas 400 son extensión de agua y el resto pastizales, cultivos y matorral. La combinación de rocas (pizarras, granito o cuarcitas), vegetación (robles, castaños, abedules, alisos, etc.) y fauna (truchas, búhos, martín pescador, tejones, zorros, lobos...) ha ido creando un estupendo entorno de bosque atlántico de los más representativos de la costa europea.
Quizás una descripción exhaustiva la tengamos en geogalicia. Aquí se nos informa, con todo lujo de detalles, del tipo de rocas, fauna y flora características del lugar.
Nuestro recorrido partía de Pontedeume donde habíamos quedado con nuestros guías Ana (Beh) y Javier. Desde esta encantadora población, en la desembocadura del Eume, empezamos ruta acercándonos a las entrañas de las Fragas por el camino que lleva a las oficinas del parque natural (saliendo desde nuestro punto de encuentro sería la AC-144 y, enseguida, a la izquierda la AC-6902). La carretera va en paralelo al río que ha ido labrando las rocas en sus 80 kms de recorrido, desde su nacimiento, en la Serra do Sistral (Lugo). Contemplamos cómo se va cerrando el valle y nos acoge entre sus laderas a medida que nos internamos río arriba.
Una vez dejamos los coches en la entrada (para impedir la excesiva afluencia de vehículos en el corazón de la Fraga no se permiten los fines de semana) o bien caminamos, sin prisas, siguiendo corriente arriba o nos llevan en un pequeño autobús hasta las inmediaciones del monasterio de Caaveiro (unos cinco kilómetros).
No puedo dejar pasar la ocasión de recordar a todo visitante que respete estos lugares. Un mínimo de civismo para con las Fragas y respeto para los pasados, presentes y futuros viajeros. No se permite la acampada libre ni la pernocta con caravanas.
Una vez llegamos al puente que nos separa del monasterio (habremos pasado junto a un par de ellos, colgantes, al acercarnos a este punto), y lo atravesamos, tendremos una subida de unos 200-300 metros hasta el enclave propiamente dicho del famoso cenobio.
¡¡Atención a los horarios de visitas!!. La última hora, por la mañana, son las 13 horas.
Podemos contemplar desde esta altura una magnífica vista de lo que es la fraga en su esplendor porque el famoso monasterio se construyó sobre un saliente en medio de la densa vegetación.
Parece ser que se tienen noticias documentales de San Juan de Caaveiro desde el año 934 por donaciones reales que hace el rey Bermundo. Fue fundado por San Rosendo para reunir a los anacoretas de la zona bajo la orden benedictina. En el siglo XII pasa a ser gobernado por Canónigos Regulares de San Agustín (momento en el que tendrá gran influencia en la zona y pasa a tener posesión de las tierras en las que se construyó) hasta su abandono en el siglo XVIII. Hacia finales del s.XIX la iniciativa privada de un propietario de terrenos en la zona solicita al arzobispado de Santiago de Compostela permiso para restaurar el conjunto. Se reedifican una de las dos iglesias y dos de las casas de los canónigos. Pero nos lo explican mucho mejor en arteguías.
Merece la pena seguir la senda que nos encontramos a nuestra derecha, rodeando la casa en restauración, para llegar a la zona donde tenían el molino y un puente, todo ello inmerso en el manto vegetal.
Se nos echó encima la hora de comer y volviendo sobre nuestros pasos hasta Pontedeume continuamos hacia nuestra siguiente cita con el Monasterio de Monfero. De camino hicimos parada y fonda (teníamos mesa reservada, gracias a nuestros impagables anfitriones, aunque pudimos comprobar que ese día no había problema) comiendo en una de las calificadas como Cantinas del Eume, concretamente la que se llama Cantina Capellán, en la confluencia entre la AC-144 y la AC-151, en Gaspalledo.
Después de dar buena cuenta de la estupenda "despensa" (sin gluten, claro) que nos ofrecieron y de una sobremesa relajada era tiempo de acercarnos, dentro del término municipal de Monfero, a su célebre monasterio.
Sus orígenes parecen relacionarle con la inquietud del rey de Galicia, Bermudo II en el siglo X, por organizar en esta zona la vida monacal. El que inicialmente sería el primitivo cenobio fue destruído por las invasiones normandas y no es hasta el siglo XII cuando se impulsa una nueva edificación.Bajo la orden benedictina comienza su época de esplendor. Las disputas entre nobles y clero empujan a esta comunidad a diversos litigios con los Ares de Pardo y los Andrade cayendo en tiempos difíciles de los que resurge en la época de los Reyes Católicos para, de nuevo, volver a construir las dependencias y la iglesia. Con la llegada de la desamortización en el siglo XIX llega su abandono. Ya en 1941 es declarado monumento Histórico Artístico.
Moviéndonos por las inmediaciones vemos lo que debió ser la entrada a este particular lugar. La bonita perspectiva nos muestra, en primer término, un crucero, la entrada en arco y, tras ella, una primera visión del conjunto con el cementerio y la iglesia a la izquierda y, de frente, los restos del monasterio. Llama poderosamente la atención la fachada de la iglesia con una alternancia de pizarra y granito formando un ajedrezado muy singular a lo que se añaden columnas de estilo corintio. Respecto a lo que fueron las dependencias del monasterio poco queda, al menos de la parte que vimos, está todo en ruina y, en algunas zonas, lleno de zarzas.
Para nuestra desilusión, no hubo posibilidad de visitar el interior ya que llegamos tarde, aunque otros viajeros que andaban por allí nos comentaron que, a la hora teórica para ese cometido, no se había presentado ningún guía.
Según algunas fuentes consultadas parece que se quiere restaurar y convertirlo en un hotel ??!!
Volviendo hacia Pontedeume nos acercamos a visitar la Torre de los Andrade (carretera AC-151 y,luego, por la AC-5005). Todo un referente en el conjunto de la desembocadura del Eume vigilando desde su privilegiada posición una amplia zona. Esta circunstancia revela su carácter típicamente estratégico.
Es pequeño y en él destacan, sobretodo, la torre del Homenaje y los restos de lo que fue el foso. Lo que hoy contemplamos es el resultado de varias destrucciones y reconstrucciones a lo largo de los siglos desde que se erigiera por primera vez a mediados del siglo XII. El valido de Enrique II de Trastámara, Fernán Pérez "el Bueno", lo construyó y consiguió estas tierras por ayudar a su rey frente en la guerra contra su hermanastro Pedro I "el Cruel". En el siglo XV fue un relevante puesto defensivo en las guerras irmandiñas sirviendo de prisión para sus jefes. Ha pasado por las manos del conde de Lemos y la casa de Alba. Después de la guerra de la Independencia se procedió a su restauración.
Nuestra siguiente parada nos llevaba a la otra orilla del Eume. Para ello volvimos a tomar la carretera hasta Pontedeume y seguir por la AC-141 hasta Goente para bajar de nuevo al río en la zona del embalse. La carretera sinuosa nos llevó hasta la típica presa con un paisaje muy distinto a uno y otro lado. Resultaba imponente contemplar el valle que todavía "gobernaba" el río frente a la zona embalsada que, al fin y al cabo, fue también Fraga o, si se prefiere, la zona salvaje y la domesticada. El Eume nos mostraba todo su poderío, su fuerza frente a la dura roca que ha ido modelando a lo largo de los siglos.
De vuelta hacia la desembocadura del río hicimos una nueva parada en la antigua central hidroeléctrica de A Ventureira. Para ello, hay que retomar la AC-141 y en As Neves volver al cauce. Podemos observar aquí como se las apañaban para conseguir energía a partir de la fuerza del río o de uno de sus muchos afluentes que llega con muchas ganas de trabajar dado el desnivel tan pronunciado que salva en pocos metros.
El día había sido largo y nos quedaba ánimo para, una vez en Pontedeume, callejear por su típica zona de tapas (como no, en su casco viejo) y, ya hambrientos, degustar un pulpo a feira y una estupenda tortilla de patatas enorme que nos hicieron en el momento (la espera mereció la pena) en el bar "A raiola" (Rua Real,12).
Si quieres, puedes ver su situación en Google Maps.
jueves, 31 de julio de 2008
Las fragas del Eume
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7 comentarios:
Nosotros que hemos tenido la suerte de compartir con vosotros y con esos anfitriones tan estupendos (Beh y Javier) que os acercaron a estos parajes, un día por el "entorno del Ulla", nos hubiera haber podido también compartir este caminar por un entorno tan maravillosos, según se ve en las estupendas fotografías.
Nos han gustado mucho las fotografías, pero con el relato, con cada palabra nos has ido introduciendo en estos parajes idílicos, que algún día esperamos conocer y como bien dices, cuidar, y respetar.
Tambien, con vuestra llegada a Puentedeume, nos has hecho recordar aquel tren de tercera que hacía el recorrido desde Ferrol.
Ha sido un verdadero placer "viajar" en con vosotros por las Fragas.
Abrazos y besotes.
Ana y Víctor.
Gracias caminantes. Siempre será un honor adentrarnos en las fragas de nuestra, cada vez, más consolidada amistad. Las maravillas que nos ofrece la naturaleza siempre son más cuando las compartes con tus amigos, esperamos seguir por ese camino.
Besos y abrazos.
Qué día más aprovechado, todos los sitios preciosos.
Besotes
Hola Maleta.
Las fotografias hermosas, el relato fresco , agil...
Un placer (!)
Enhorabuena (!)
Sois un estímulo para continuar.Gracias.
Gemiosal: cuando los días son veraniegos se pueden hacer muchas cosas, para ello no hace falta ir a toda prisa, pero si ir sin pausa.
Bicos.
Sonia: espero que los relatos te hagan disfrutar y si soy un pesado me lo dices con toda la tranquilidad del mundo.
Leo tu entrada y veo mi viaje de 2002. Tengo fotos de los mismos lugares, pero desde otros ángulos.
Yo me colé en el monasterio, por una ventana. Estaba prohibido, pero la tentación me pudo.
Me quedé a dormir en una casa rural que hay cerca de la Torre y que está muy bien, lo que pasa es que ahora están por las nubes.
Un abrazo.
Nada como ver las cosas según cada cual y sentir los lugares de acuerdo con tu manera de ser, ahí está la riqueza.
Las casas rurales son buena idea para levantar las zonas rurales, pero, poco a poco, se están convirtiendo en "lujos rústicos" cada vez más "asiáticos". Afortunadamente, siempre te encuentras alguna joya inesperada.
Buen verano.
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